JOSE MANUEL BALLESTER: EXTENDIENDO LOS LÍMITES

 

En el espacio Tabacalera. Espacio promoción del Arte del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte se presenta la exposición «José Manuel Ballester. Bosques de Luz», con motivo de la concesión al artista del Premio Nacional de Fotografía 2010. La selección que hemos realizado es un extenso relato de su trayectoria a lo largo de los últimos ocho años, con medio centenar de imágenes fotográficas de gran variedad que nos permiten asomarnos a los cambios y avances producidos en su trabajo.

En la obra de José Manuel Ballester hay tres elementos que son su leitmotiv: el tiempo, la luz y el espacio, que muestran la frontera entre dos lenguajes aparentemente opuestos pero interrelacionados entre sí, como son la abstracción y la figuración.

La exposición muestra un conjunto de obras unidas por un sutil hilo conductor que procura dar una visión sintetizada de aquellas características más significativas que han distinguido el quehacer artístico de Ballester, y así comprobamos que el artista no se propone desarrollar un lenguaje fotográfico específico, sino utilizar el objetivo como testigo para justificar, registrar, matizar e interrogar la actualidad y el progreso. En una primera mirada podría decirse que el énfasis está puesto en su diversidad más que en una unidad formal o temática, pero a pesar de esta consideración, existen muchas conexiones de diferentes tipos que unen los trabajos expuestos, creando códigos que resuenan a lo largo de toda la exposición. Cada obra se convierte en una huella de la travesía elegida de entre las múltiples posibles.

Sus fotografías generalmente se agrupan en series que abordan el mismo tema como forma de comprometerse con su verdadera naturaleza, como él mismo nos explica al preguntarle por el desarrollo de su trabajo:

El proceso de mi obra no viene marcado por pautas aisladas en cada imagen desde que la imaginas hasta que la produces y te encuentras con su materialización. Más bien, cada obra forma parte de un flujo de ideas, de inquietudes, de preferencias que se van manifestando a través del circuito que forma cada serie de trabajo. Una serie luego te traslada a otra y todas juntas son las que van trazando un camino y conforman un retrato. Creo que, efectivamente, mi trabajo se rige por unos temas muy claros: tiempo, luz y espacio. A partir de ahí he ido encontrando muchas formas de enfocar la relación entre sí de estos temas.
En cuanto a la materialización de estas propuestas, me he servido de disciplinas, en principio, muy diversas entre sí que pasan del pincel al ordenador, todo ello en función de en qué momento he decidido la forma más adecuada para transmitir, no solo aquello que veo con relativa claridad, sino también las innumerables dudas e incertidumbres que encuentras cada día y que afloran también y se transmiten en lo que considero un acto de comunicación. Dudas que se extienden también en muchas ocasiones al método y al género en sí mismo y más aún en ciertos momentos de crisis en los que el cuestionamiento parece un procedimiento obligatorio al que estamos sometidos con mucha frecuencia. Desde mi periodo de formación me han acompañado constantes dudas sobre cómo ubicarme y dónde encontrar refugio dentro del vasto espacio que supone el mundo del arte. Dentro de ese inmenso espacio creativo, cada uno intenta desarrollar un camino que nos permita encontrar respuestas y la satisfacción de encontrar un sentido a lo que te planteas, a lo que te rodea. El proceso creativo en sí es un instrumento, un vehículo que permite moverte por esos mundos donde tienes que encontrar tus respuestas. Las obras son la manifestación de que estás en ruta y el testimonio y la confirmación de que la vida está presente. La calidad de ese viaje depende de muchos factores que son los que marcan las diferencias, pero todo proceso creativo comparte ese escenario.

 

La fotografía es un medio capaz de transformar inmediatamente el acto de ver en una imagen de lo que vemos, y en el arte contemporáneo, la fotografía se ha convertido en algo menos pragmático técnicamente y más creativo poéticamente. A través de la particular visión del artista, se nos ofrece una pluralidad de miradas que nos invitan a reflexionar sobre nuestra realidad, estimuladas por unas obras que remiten tanto a las huellas del pasado como a diversos aspectos culturales, sociales y económicos de nuestra actualidad.

Ballester posee una capacidad analítica y descriptiva que convierte en únicas las fotografías que produce y que nos inducen a entrar en un mundo propio que oscila entre la ficción y la realidad. Las obras seleccionadas proponen a su vez rehacer la experiencia de una cierta manera de ver, introduciendo al espectador cada vez en un nuevo universo que no es ni la realidad ni una ficción, sino la realidad de una visión. En algunos casos el fotógrafo se convierte en un escenógrafo, construyendo una realidad que hace dudar al espectador sobre si es realidad lo fotografiado o es ficción.

José Manuel documenta espacios desde uno o diversos ángulos, y a través de sus fotografías nos aproxima a la manera en que la memoria y el conocimiento influyen sobre el espacio y la apreciación que de él realiza el espectador. Sus imágenes, definidas por el motivo y no por el momento, se acercan mucho a la pintura.

En este sentido, el artista habla acerca de la relación que existe entre su faceta de pintor y la idea de realizar una serie como «Espacios Ocultos»:

La serie «Espacios Ocultos» ha supuesto un reencuentro con la pintura. Cuando comencé a estudiar el mundo de la fotografía digital descubrí el alejamiento que suponía la fotografía analógica respecto de la pintura. Con el nacimiento de la fotografía digital y sus posibilidades de manipulación, se producía un reencuentro con la forma de entender el proceso creativo, muy afín a los procedimientos plásticos hasta ahora conocidos. De hecho, siempre he considerado la arquitectura de Photoshop, su diseño, como un amplio tratado de pintura que recuerda los grandes tratados escritos a lo largo de la historia. Esta gran afinidad es la que ha creado un movimiento muy fuerte que me gusta nombrarlo como periodo «neopictorialista» y que frecuentan gran número de artistas en la actualidad.
También es cierto que la evolución dentro de este campo es vertiginosa y que las posibilidades se consumen a gran velocidad. Lo que provoca este nuevo continente visual es una dinámica de exploración muy acelerada y que en la pintura transcurría con mucha mayor lentitud. Los hallazgos se suceden uno tras otro vertiginosamente y con ello el desgaste y el cansancio aparecen también de inmediato, modificando la forma de entender y de apreciar que tiene el espectador sobre la imagen fotográfica actual.
Esta situación puede llevarnos a cierto desconcierto sobre nuestra percepción y retrata muy bien el contexto de hoy en día, no solo el del arte sino también el del mundo global al que pertenecemos y en el que intentamos aprender a manejarnos.

Ballester busca algo que va mas allá del lugar individual, de su identificación; quiere superar este límite, captar aquello que une a todas las tradiciones, estructuras y fragmentos. Amplía el campo de su trabajo hasta alcanzar una reflexión global sobre la luz y el espacio. Extiende los límites de esas fronteras y haciéndolo extiende su lenguaje. Sus fotografías contienen simultáneamente movimiento y detención, así como una particular noción de la realidad y sus extensiones visuales y conceptuales. Preguntado acerca de sus fuentes de inspiración en los últimos años y de los encargos específicos que ha recibido, nos contesta:

Los temas que me han acompañado durante estos últimos años básicamente se han ceñido al mundo urbano. Y dentro del gran abanico de motivos que se pueden encontrar en este contexto, me he centrado, a través de múltiples viajes a diferentes países, en aquellos lugares donde se han experimentado grandes cambios sociales y económicos e incluso políticos, presentándose como laboratorios urbanos, en algunos casos de proporciones sorprendentes, como son los ejemplos de China y de Brasil, países a los que he dedicado el mayor esfuerzo. Dentro de estos contextos he contemplado las mayores transformaciones urbanas que se han podido dar a lo largo de la historia conocida. Los edificios e infraestructuras realizados en China con motivo de la preparación de los Juegos Olímpicos que se celebraron en Pekín durante 2008 supusieron un gran escaparate para mostrar al mundo su gran potencial de desarrollo. Un fuerte carácter faraónico presidía todos los proyectos puestos en marcha en lo que llamaría el periodo preolímpico chino. Pero China, después de las Olimpiadas, continuó demostrando su fuerza con más proyectos y nuevos desafíos, entrando de lleno en un periodo postolímpico que todavía sigue vigente en la actualidad. Mostrar con mi trabajo este proceso y ser testigo de todos estos cambios ha sido para mí una gran experiencia que me ha permitido además un acercamiento a la cultura china, de la que he incorporado algunos aspectos a mis trabajos, por ejemplo en cuanto a la forma de entender el espacio, que me han sido muy útiles.
En lo que concierne a la manera de trabajar dentro del contexto del encargo, mi intención es la de seguir aportando en este tipo de trabajos mi punto de vista personal. De hecho, esto es lo más importante para mí, afrontando el mismo reto tanto en un contexto como en otro. La diferencia más significativa sería únicamente el compromiso de cumplir con unos plazos, lo cual hace que el trabajo pueda ser más intenso. Lo que cambia, pues, sería el ritmo de trabajo y la necesidad de marcar unos límites.
Luego el problema no está en si trabajas de una forma o de otra, sino en tu capacidad para afrontar problemas y desafíos. Por lo tanto, aun en condiciones de someterte a unos parámetros impuestos o sugeridos por terceros, las posibilidades siguen siendo grandes, tan grandes como uno quiera proponerse.

La fotografía y la arquitectura son dos formas de expresión estética que buscan motivar la percepción de quienes las contemplan. Las obras seleccionadas para esta exposición demuestran que la arquitectura, como cualquier documento, basa su significado tanto en su autor como en sus traductores, en este caso el fotógrafo. Ballester busca el equilibrio entre las diferencias; entre lo conocido y lo desconocido, lo acotado y lo ilimitado, reflexionando siempre sobre la representación de lo real. A José Manuel Ballester le interesan los espacios de fricción entre la arquitectura y la ciudad, entre la pintura y la fotografía, entre lo «artificial» y lo «natural»; es ahí donde se generan muchos de sus trabajos fotográficos. Su obra es a menudo el reflejo de la complejidad de la experiencia urbana que se mueve entre la globalización y la individualidad. Sus imágenes captan la esencia de la ciudad, su espacio, su tiempo.
En los temas de naturaleza que Ballester fotografía hay una constante exploración de las formas de representación de la idea del paisaje a lo largo de los últimos tiempos. Artistas como él tienen una forma especial de definir la belleza, prolongando la sensación de que la imagen no tiene límites. Muchas de sus fotografías ofrecen al público la posibilidad de reflexionar sobre la belleza y serenidad del paisaje.

El artista usa el color como una forma natural de expresión, esto es, una parte integral del mundo visible que todos conocemos. En su obra, el color es la fuerza estética que lo dirige, algo importante y básico.

A lo largo de toda su trayectoria, José Manuel Ballester nos habla de algo que va más allá de las estructuras representadas en sus fotografías; habla de modernidad, de memoria, del pasado, del presente y del futuro. Su trabajo es metafórico, poético y visionario; sus imágenes son enigmáticas y bellas, abiertas e impenetrables.

María de Corral
Lorena M. de Corral
Enero 2013