Del estilo al sistema El fotógrafo español, de mirada viajera, José Manuel Ballester “creó” una San Pablo integrada en grandes formatos para así proponer un diálogo entre lo que el pensador Claude Lévi-Strauss denomina entrepología urbana y la verdad real en la vida de una ciudad diariamente desafiante, caótica y en éxtasis, inmunda y atrayente, agonizante y silenciosa. Al recorrer el mundo para ver con sus ojos los ojos de los otros, el fotógrafo nos presenta el resultado de esa búsqueda, aquí, en el caso de San Pablo, vista en edificaciones que mapean esos músculos para narrar una historia; aún cuando esa “historia” –construida con nubes, edificios, luces que se encienden y otras que no lo hacen, cemento y hierro, la hora indicada en el reloj escarchado que se cierne por sobre el corazón de la ciudad, en la cima de un edificio-, aún cuando ese documento no traslade hacia adentro de las cuatro paredes de su fotografía la presencia del hombre, la voz de la ciudad, lo que San Pablo tiene de mejor para hacernos creer que podemos ser utópicos por más que el crack nos haga gemir al mirar la calle desde el interior de nuestros automóviles blindados por fuera. Al ver la ciudad pensada por el fotógrafo debemos intentar descubrir donde estamos nosotros mismos y nosotros, aquellos otros, los de allá y los de aquí, en la ciudad inmunda y transparente, bloqueada y desnuda, enormemente rica y bárbaramente empobrecida, aún siendo rica frente a otras ciudades brasileñas, también duales, también bloqueadas y desnudas. Pero San Pablo existe por dentro de esos edificios, existe en poesía y tragedia, brilla protegida dentro de las cajas de joyas de las señoras y, húmeda, desborda en la sangre que se derrama a borbotones en las pantallas de los aparatos de TV. Las panorámicas de Ballester nos pinchan con ese tipo de descubrimiento: ¿qué es lo que está por detrás de cada una de esas fotografías? En su compenetración los planos vibran a través de formas condensadas en la velocidad de un pensamiento que sólo la fotografía es capaz de proporcionarnos: descubra en dónde estamos nosotros, descubra el porqué de no estar allí dentro. Existen en las fotografías, si, una especia de pasión (¿o será compasión?) futurista. Existen en ellas un cierto miedo de seguir adelante. De traspasar los límites de la velocidad para llegar hasta los hijos de la ciudad y decir: ¿quién es Usted? Una palabra (una fotografía) expresada puede recorrer dos vidas hasta “retornar” al blanco en su lugar de origen. El fotógrafo prefirió guardarnos en el trópico de sus panorámicas. Dio ritmo para que una ciudad vacía conduzca los pies de su invisible multitud. Siendo así, las luces, el acero, el vidrio, el cemento, el silencio y la vegetación construyen una ciudad mutante e idéntica que se ve a si misma y se transforma diariamente observando como podrá ser oblicua y optimista dentro de su paradigma de inquietud. Diógenes Moura Curador de Fotografía Pinacoteca del Estado de San Pablo |
![]() |
---|